Desde que se dio a
conocer la ampliación del contrato de Jose Mourinho, no han parado de surgir
las comparaciones entre el caso del portugués y el de Josep Guardiola. Son
muchos quienes, con más o menos ingenio, recuerdan las portadas de diarios
—principalmente Sport y Mundo Deportivo— que aseguraban que The Special One abandonaría el barco al llegar
junio. Curiosamente, los mismos que celebraban la marcha de Mou anunciaron la
inminente renovación del técnico de Santpedor. Divertido, ¿verdad?
Como todos supondréis,
qué Mourinho prorrogue su vinculación con el Real Madrid hasta el 2016 no
quiere decir que vaya a ser nuestro entrenador durante los próximos cuatro
años. Podría parecer entonces irrelevante —o incluso inapropiado— que se revise
el contrato de un técnico al que le restan dos años de permanencia en el club.
Lo celebrado de la decisión apunta hacia el lado contrario, pues con este
anuncio se lanza un mensaje muy positivo a todo el madridismo; el de que el
objetivo prioritario es la Décima. Me explico.
Tras los brillantes
números de esta temporada en la Liga, es más que seguro que cuando lleguen los
tropiezos —que han de llegar— surja una campaña mediática para desacreditar al
equipo. La línea argumental será la de otras veces: se juega mal por culpa del
entrenador. Que sea o no así —que se juegue mal es posible, que solo sea culpa
del míster es menos evidente— poco importa ahora. Lo fundamental es que, sí o
sí, esto va a suceder. Un par de empates consecutivos al comienzo de la campaña
o un mal resultado contra un rival de entidad serán suficientes para que,
incluso yendo líderes del campeonato doméstico y habiendo hecho los deberes en
la Champions, las alarmas se disparen y un sector del madridismo —el menos
crítico— trueque su confianza en Mourinho por desprecio. Será entonces cuando
portadas y tertulias se llenarán de rumores, entre los cuales el favorito siempre
ha sido que Mou ha puesto sus miras en su añorado Chelsea. Reconozcamos que la
mentira será mucho más creíble si al técnico sólo le queda año y medio de
contrato.
En mi opinión, esta ampliación contractual
trata de ser un remedio contra futuras intoxicaciones.
Qué lo logre ya es otro cantar. Lo que es indiscutible es que es un movimiento
inteligente que, además, permite intuir buenas maneras en el proceder del club.
Parece que las cosas empiezan a hacerse bien, único modo de obtener la
hegemonía continental. Si el objetivo es la Décima —y la Undécima, y la
Duodécima…— hay que disponer todos los medios con los que se cuenta para
lograrlo, anticiparse al resto en lo deportivo y lo extradeportivo. Tenemos un
entrenador colosal, una gran plantilla —en la que hay que hacer retoques, eso
sí—, una afición inmensa… Solo nos hace falta estar preparados para los embates
de nuestros muchos y poderosos enemigos. Todo indica que el club ha tomado
buena nota de ello.