La pasada noche leí un
post en el foro de www.corazonblanco.com en el que se proporcionaba al lector
una lista ampliable de jugadores salidos de la cantera madridista y de cuyo
juego disfrutaban aficiones tan distantes como la del Benfica o el Olympiacos.
La hipótesis que precede a este sencillo experimento es evidente: el Real
Madrid dispone de una fábrica de jugadores, por lo menos, a la altura de las
mejores del mundo. Esto no debería sorprender a nadie, pero parece que solo
ahora que el Castilla ha retornado a la segunda división del futbol español pudiera
sostenerse.
¿Cómo se explica que categorías
inferiores como las del Barcelona, el Athletic, el Sevilla o, incluso, los
descendidos Villarreal y Sporting parezcan tener más renombre que la gran
factoría merengue? Creo que se trata del resultado de un doble proceso de
perversión: por un lado, la que se opera desde la descarnada crítica de la
prensa —de la orientada al consumo madridista también— hacia el florentinismo, al que desde hace más de
una década se caricaturiza como una suerte de imperialismo futbolístico; por el
otro, a un cierto complejo atisbado en un amplio sector del madridismo —el
menos mourinhista, obviamente— aquejado de ese gran mal que podríamos denominar
valdanitis —mutación de la cepa
original, la menottitis, con síntomas
parecidos a la enfermedad de Lillo—,
que en fases agudas puede manifestarse en forma de aplausos a Ronaldinho en el
Bernabeu. ¿Quiere decir esto que somos tan culpables los de dentro como los de
fuera? Pues quizá, por algunas razones bien distintas a las expuestas, sí:
1º La
grandeza del Real Madrid que es directamente proporcional a la dificultad
que encuentran grandes deportistas para triunfar en sus filas. Y no nos
equivoquemos: este principio es válido tanto para merengues de cuna como para
blancos de profesión. Rara vez ofrece nuestro club segundas oportunidades
—Benzema y Kaka han sido dos excepciones recientes con desigual resultado— y en
muchos casos son casi obligadas dado el gran desembolso económico que ha
supuesto un fichaje. Samuel, Robben o Sneijder son buenos ejemplos de lo
complicado que es encontrar hueco en este equipo incluso para los mejores.
Imaginemos el esfuerzo que debe realizar un canterano al que se rifan equipos
de nivel intermedio en toda Europa, y del cual el club puede obtener una gran
rentabilidad de forma inmediata.
2º Las distorsiones de la prensa.
A comienzos de la era Guardiola, cuando el periodismo glorificó a Pep por su
magna obra, se puso el acento en el papel que los canteranos habían tenido en
el triunfo. Parecía que jugadores con un peso excepcional en el equipo como Eto’o,
Alves, Abidal o Toure hubieran salido de la Masía. Pero todavía más falaz era el
que los medios de comunicación reinventaran al unísono la historia reciente del
barcelonismo, agolpándose en torno a un lugar común de cuño reciente: la
cantera es la base del equipo en la tradición blaugrana. Lo más sorprendente
del caso es que se olvidaba de manera voluntaria la naturaleza del exitoso
primer proyecto Laporta, cuajado de jugadores extranjeros contrastados; o que
el Barça de Van Gaal estuviera plagado de holandeses; o que el éxito del injustamente
aclamado Dream Team se sustentase en
jugadores tan canteranos como Koeman, Laudrup, Bakero, Stoichkov y Zubizarreta;
o que a principios de los ochenta fuera el Barcelona el equipo que se hiciera
con los dos grandes jóvenes valores del futbol internacional, Maradona y
Schuster… Vamos, que estamos ante un ejemplo acabadísimo de la famosa sentencia
de que una mentira repetida hasta la saciedad termina por convertirse en
verdad.
Cerramos esta
disertación con una pregunta dirigida a aquellos que ven —o mejor, que hacen
ver a los demás que ven— en el protagonismo de la cantera la solución para los
males de un equipo. Nos gusta que los jóvenes ganen protagonismo en la primera
plantilla pero, ¿qué pensaría el madridista si en un equipo compuesto
exclusivamente por canteranos, tras una «grandísima» temporada, tuviéramos que conformarnos con el décimo puesto en
Liga, un subcampeonato de la Europa League frente al Atlético y una humillante
derrota ante el Barcelona en la Copa del Rey?